lunes, 23 de junio de 2014

El Ají Seco Místico

A fin de mes es fácil sentirse Tony Stark y dárselas de todopoderoso de la billetera. Eso nos pasó este fin de mes y terminamos pagando 35 lucas por elegir de la carta con dardo y no con calculadora. 
image¿Les ha pasado a veces que la comida rápida ya no sabe igual?, ese instante donde te cuestionas que el Cuarto de Libra con queso sea lo mejor que llegarás a probar. Ahí piensas en la comida de casa y te consuelas con el calorcito de un plato bien hecho, con amor de madre y harto kepchut porque la vieja cocina medio seco. Llamas a la casa para cachar que hay y ¡sorpresa! la señora tuvo la ocurrencia de hacer pancutras, guatita y todos los adefesios culinarios que la ola botó y de ensalada unos ricos cochayuyos con cebolla... ñam, ñam.
Pero por suerte es fin de mes y uno anda de Tony Stark por la vida, comprando comida en vez de los completos de $500 de República, donde por la módica suma de $1000 pesos te comes un Italiano gigante y un vaso de bebida. Te sientes de paladar fino y recuerdas la diversidad cultural de nuestro país, con sus ricas corrientes de inmigrantes que han favorecido... bla bla bla. De vez en cuando supiste por ahí que la comida peruana es reconocida internacionalmente, probablemente en un matinal alguno de los noteros se quedó con la cabeza metida en un plato de ceviche y se los zampó mientras empapaba el micrófono, esas cosas se le quedan a uno dando vueltas y luego es imposible no pensar a qué sabe algo por lo que un hombre arriesga su imagen frente a un país mostrándose con la cara chorreada de jugo y con la cebolla morada entre los dientes.
imageComo nos morimos de ganas de imbuirnos de otras culturas nos pusimos manos a la obra en El Ají Seco Místico y nos mandamos un festín que nos tendrá todo el mes endeudados, hasta el próximo fin de mes seremos pobres como ratas.
Lo primero es contarles que el lugar es precioso, las mesas cercanas a los ventanales ofrecen una bella vista nocturna y el servicio, a cargo de trabajadores peruanos, es excelente. La ornamentación de los platos es acabadísima, con detalles en la forma que hace que por momentos cueste desarmar toda la construcción entorno al plato, es cómo comer una pequeña obra de arte, pero no acaba con lo visual, el sabor abunda en estas comidas, nada parecidas a las nacionales, sin querer ofender, pero aquí hay textura, aroma y sabor muy trabajados, condimentados en la medida justa para hacerlos agradables sin caer en los excesos.
El Ceviche es una locura, quien haya tenido el placer de probar la cebolla morada sabe que no hay comparación con la tradicional, el sabor es fresco y no lleva a la desagradable sensación de estar comiendo algo muy "fuerte", el choclo es otro ingrediente que armoniza extrañamente bien con los pescados, que en el caso del ceviche incluye pulpo, salmón, yuca (muy similar a la papa pero más mantecosa) y todo acompañado de limón de pica.
Como plato de fondo un Arroz Chaufa tres sabores, con carne, pollo y camarones... colapso mental aparte el saber que el arroz estaba cocido en jugo de carne asada, el resultado, el mejor arroz del mundo mezcla de la herencia china que los peruanos tan bien han sabido explotar en su gastronomía.
imageY como no hay segunda sin tercera nos fuimos por la sopa, que fue nada más y nada menos que un Chupe de Camarones, que a diferencia de la versión nacional es más líquido y va acompañado de zapallo y papas. Al principio la impresión fue un poco extraña, el plato estaba bien montado, característica de cada cosa que comimos o vimos pasar, pero ¿un chupe aguachento?, pero el olor llama y la curiosidad nos hizo descubrir que a pesar de parecer muy líquido no lo estaba, era más bien un termino medio entre crema y sopa lo que lo hizo muy agradable, si hay algo que falla es la conservación del calor en el plato, después de todo no son de greda.
Postre, postre, postre, no puedes ir por comida peruana sin terminar pidiendo un Suspiro Limeño, sería muy poco ético de nuestra parte no preocuparnos por transmitir la experiencia dulce de la noche. Merengue suave y dulce espolvoreado con canela, frío bajo el cual se oculta la mezcla dulce y cálida que le da vida a este postre, una combinación que se desliza por la garganta suavemente.
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Lo cierto es que luego del cielo viene la cuenta y el palo pega fuerte si uno no elige lo más "cómodo" (eufemismo de nuestros vecinos para barato) de la carta, en total fueron 35 mil 700 pesos, aquí la propina es opcional y no hay sugeridos ni presiones, salvo recordar la excelente atención y pensar que después de todo incentivar el buen trabajo esté aquí más que en ninguna otra circunstancia en las manos de uno. Cerramos los ojos y rogándo porque los precios de Transantiago no subieran, dejamos el 10% con todas las ganas de hacer de las salidas culinarias un hábito.

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